sábado, 23 de agosto de 2008

TE DOY LA VIDA Y ME LO PAGAS CON LA MUERTE


Nosotros, guardianes del planeta, también somos seres vivos que damos oxígeno, damos vida y como pago, nos queman, nos destruyen, nos talan cuando les estorbamos, deforestan los bosques, talan las selvas tropicales, nos quitan de en medio y después las consecuencias son tremendas. Por un lado el CO2 que retenemos al destruirnos, lo tenemos que expulsar nuevamente, en aquellos lugares donde deforestan nuestras raíces muertas no pueden sostener los desprendimientos de tierra e inundaciones sobre todo en los lugares de pendiente y en los bosques primarios, la tala origina que se alteren los vientos que parten del ecuador hacia ambos hemisferios, alterando con ello el clima mundial y originando el acelerado cambio climático.

Somos importantes en la Tierra, somos sus guardianes, pero cada vez más las compañías madereras se ceban en nosotros para la obtención de materia prima muchas veces innecesaria para el desarrollo humano.

Mirarme, me han cortado las raíces, me han segado la vida y el verdugo que lo ha hecho, respira y vive gracias a nosotros. No consientas mi muerte, revélate contra tu propia especie porque esta acabando con el planeta, está cavando su propia tumba.

2 comentarios:

Perico dijo...

Me gustaría saber dónde reside el origen del problema Pedro, porque cada vez que me documento más, las preguntas que me planteo suben de nivel y me doy cuenta de que o sé menos que antes o no sé nada ¿Tenemos el problema nosotros o lo tienen ellos? Y digo nosotros porque no sé si nos estamos volviendo unos paranoicos (aunque la verdad es que no es para menos). Y digo ellos porque no sé si la civilización los ha desconectado de su verdadero origen, de su verdadera razón de ser.

Un saludo y buen post.

Anónimo dijo...

Pues si Pedro, yo a veces me lo pregunto tambien, pero creo que no somos paranoicos, lo que ocurre es que conocemos globalmente lo que pasa, que nos preocupa nuestro entorno, que somos sensibles a la vida

Un abrazo fuerte

El otro Pedro