Se hace extraño verme de esta guisa, en un lugar donde no veo nada excepto una pared levantada para engañar al sol y no poder disfrutar de sus rayos, de su calor. No veo tampoco esa rama de árbol desde la cual poder observar el río ancho lleno de vida y todos esos amigos volando de un lado a otro de las copas de los árboles, buscando el disfrute de una mañana radiante. No escucho el trinar de la selva, las noticias que nos llegan de un rincón al otro, de las diferencias ocurridas cuando se disputaron por la misma comida, las experiencias de los primeros días de vuelo de esos retoños que comienzan a vivir las vidas independientes. Desde esta jaula olor a hierro podrido, no huelo el perfume de los frutos silvestres ni toco las gotas del roció que muy de mañana gota a gota siguen alimentando la vida. Tampoco puedo acicalarme y embellecer mi gran pico para permitir comer en condiciones y de una forma decente, práctica que para nosotros es divertida y entretenida. No puedo ver a esos otros seres vivos que junto a nosotros, comparten la existencia, la plenitud de la savia viva. Solo puedo ver al macabro ser que me ha encerrado en este espacio tenebroso con la intención de que muera en silencio de angustia, de soledad, de sueños que nunca volverán. Lo que me hagas a mi, te lo harás a ti tarde o temprano. El tiempo es injusto, pero la vida pondrá a cada uno en el lugar que corresponda y que haya merecido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario